Ya sólo queda una semana de prácticas -bueno, para ser precisos una semana y un día-.
Cuanto estoy aprendiendo!. Me gusta trabajar con enfermos neurológicos, aunque aún tengo que ver muchas especialidades antes de decidirme por una en concreto.
Esta semana ha sido de lo más rara. El martes presencié una muerte en directo, no sé si fue un suicidio o un accidente, aunque me decanto por lo primero. Hay pacientes que un día están y al siguiente ya se han cansado y se han ido al otro barrio.
Pero también ves la vida agarrarse a sí misma y negarse a irse. Gente muy jodida que lucha por recuperarse, que siempre tiene una sonrisa amable y que te gasta bromas cuando ves que le cuesta hasta mover un dedo.
Una anciana que está gravísima y que me dice "que ere mu guapo, hijo", y luego me pide comida -todo esto con una sonda nasogástrica, monitorizada y con oxígeno..., tiene guasa la cosa-!.
Eso sí, yo sigo reventadísimo, que ganas tengo de acabar.
Le dedico esta entrada a Kai, el nuevo miembro de mi familia, que es un poco cortadillo pero que espero se le pase pronto y nos coja confianza para poder disfrutar los unos de los otros.
Muchos besos a todos y, que gane la vida!.
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